La verdad sobre el caso Savolta. Eduardo Mendoza
Escrita en 1983, fue una de las primeras novelas de Eduardo Mendoza, ganadora del Premio de la Crítica.
Como es habitual en el autor, una pléyade de personajes pueblan la obra, ambientada en la Barcelona del período de entreguerras, a finales de 1920.
Savolta es un rico empresario, que se beneficia de las guerras para amasar fortuna, tras hacerse con la empresa de una forma un tanto turbia gracias al abogado Cortabanyes.
Todo parece ir perfecto para es burgués y sus socios hasta que aparece Lepprince, un supuesto aristócrata francés surgido de la nada.
Con don de gentes y un pasado bien camuflado, se pega a Savolta y va tomando el control de la empresa, tras cerrar el matrimonio con la hija.
Sus ansias de dinero y poder le van llevando a quitarse de en medio a quien sea necesario. No tiene escrúpulos y cuenta con Max, un sicario bien pagado para hacer el trabajo sucio.
Mendoza nos lleva por la Barcelona de las huelgas de los obreros, los bajos fondos de la Rambla, los tugurios de mala muerte. Pero también a la zona alta, a las torres de Sarriá, al teatro y al lujo.
Lepprince, que hace negocios a espaldas de Savolta usando los recursos de la empresa, suprime a los cabecillas obreros, incluyendo un periodista al que manipula previamente.
Todos son prescindibles y siempre tiene un tonto útil a mano al que cargarle el muerto.
Con todo esto, Javier Miranda, nuestro narrador, es el elemento perfecto para que sea el cabeza de turco de toda la trama. Es joven, inocente e idealista, una persona necesitada de amistad y cariño. Lepprince le embauca, le hechiza y le maneja a su antojo. Todo con un propósito.
Completan el escenario María Coral, una trapecista gitana, amante de Lepprince y utilizada para controlar a Miranda, incluyendo un matrimonio de conveniencia y un buen sobre de dinero de parte de Lepprince. Además de ella, dos personajes más dan colorido al libro. Por un lado, Nemesio, un mendigo y confidente, que vive de lo que oye por las calles y que conoce el destino de la última confesión del periodista asesinado, donde se revela el papel de Lepprince en todo. Esa confesión supondrá más muertes, que serán investigadas por el inspector Vázquez, un cachazudo policía que va atando cabos hasta presentarnos el puzzle completo.
Solo el azar permite que Miranda salga bien parado.
Mendoza siembra la duda sobre el personaje Cortabanyes, que parece ser el autor intelectual de todo, pero que se salva con holgura y sin rasguño, así como el posible parentesco entre éste y Lepprince. Cabos sueltos, en una novela entretenida aunque no memorable.

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