El emperador invisible. Mark Braude
Registro histórico de los meses en los que Napoleón vivió exiliado en la isla de Elba, tras su derrota, frente a las costas italianas.
Llegó a Elba no como un perdedor, sino como un emperador que reclamaba su nuevo imperio. Tal era el talante del personaje histórico que este libro retrata. Amado por muchos, odiado por casi todos, respetado por cualquiera.
Las potencias europeas eligieron Elba, pensando que así saciarían el ansia de poder de Napoléon, sembrando de espías las costas italianas y con un buen puñado de barcos navegando por los alrededores.
Nada de esto rebajó las pretensiones del emperador.
Pero más allá de la figura, Braude nos habla de la persona. Nos muestra un ser humano casi como cualquier otro, desmitificando a aquel que conquistó y gobernó sobre medio mundo.
Un hombre solo, manipulador, caprichoso y un tanto histriónico, de ideas esperpénticas, pero que supo hacerse con el corazón de miles de seguidores a pesar del trato que les dispensó.
Las intrigas, los espías y los despechos se sucedieron. Napoleón no se sabe si jugó desde el principio al despiste, con sus ideas absurdas y excéntricas o realmente se planteó alguna vez estar de por vida en Elba y convertirla en punto estratégico del Mediterráneo.
Su mujer no quiso saber nada de él, su familia a medias. Fueron sus seguidores incondicionales los que siempre creyeron en él.
Sea como fuere, su osada huida, con la pretensión de recuperar su trono perdido quedó en una anécdota que hizo temblar a las potencias europeas. Tal era el pavor y respecto que infundía este personaje legendario. Pero una anécdota tan legendaria que ha quedado en la impronta de todos. Su desembarco en la costa francesa, tras burlar a todos con sus intenciones, y llegar hasta París para retomar el control de Francia durante cien días, es una hazaña a la altura de muy pocos.
Novela bien escrita por Mark Braude, que descubre un pasaje de la historia poco conocido y acerca más al personaje, humanizándolo.

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