Gambito de dama. Walter Tevis

"Gambito de dama" (1983) vuelve a poner en valor el talento de Walter Tevis, así como su capacidad para escribir de temas dispares y afrontar géneros diversos con igual maestría.

Conocida gracias a la serie de Netflix, "Gambito de dama" nos habla de Beth Harmon, una joven huérfana que es acogida en el hospicio Merthuen, una institución estricta donde las normas han de cumplirse y no hay lugar para el talento.

La política de domar a las residentes a base de tranquilizantes acompañará toda la vida a Beth, de las que se hace adicta crónica.

En este entorno, Beth descubre el ajedrez de la mano del bedel Shaibel, un señor serio y hosco, pero con una afición oculta. Y así, en el sótano, sentada en una caja de cartón, Beth descubre su pasión y su talento a raudales para este juego. Pura intuición.

Allí conoce a Jolene, otra joven abandonada, de la que se hace amiga hasta ser adoptada por los Wheatley, un matrimonio aburrido y anodino. Pronto, el matrimonio se deshace y solo queda la Señora Wheatley, con la que Beth establece una buena relación.

Su talento se destapa y empieza a jugar y a ganar campeonatos. Empieza a hacerse un nombre en el mundillo y a ganar dinero, y eso a la señora Wheatley le encanta. Anda justa de dinero desde la marcha de su marido, le gusta la bebida y los hoteles.

Los viajes y el dinero llevan a la Señora Wheatley a educar a Beth de una manera laxa, firmando justificantes para que se ausente de la escuela y poder ir a torneos. Además, la aficiona a la bebida, de la que acaba siendo adicta y poco menos que alcohólica.

Tras ser campeona de Estados Unidos, emprende algunos campeonatos en México y París, en los que es derrotada por su ogro, el ruso Borgov, campeón del mundo y un muro infranqueable.

La muerte de la señora Wheatley y las derrotas con Borgov la lleva a una depresión alcohólica. Se siente sola, su pasión por el ajedrez decrece y la bebida es su única escapatoria.

Su ambición, su obsesión por ser campeona del mundo y la ayuda de Jolene, con la que se reencuentra varios años después, marcan un punto de inflexión.

Prepara con mimo su torneo de Moscú, donde se enfrentará con los mejores del mundo y con Borgov.

Allí llega una Beth más madura, que controla el consumo de alcohol y de tranquilizantes y que no se ve insignificante ante Borgov.

Va superando rondas hasta enfrentarse a su némesis, al que consigue derrotar con intuición, ingenio y una estrategia única.

Tevis sigue sin defraudarme. Escriba de lo que escriba lo hace bien. Y en este caso no era fácil, pues este libro está lleno de tecnicismo de ajedrez, reproduciendo movimientos de las piezas y haciendo indescifrables párrafos enteros. Pero, a pesar de eso, la novela no pierde interés, pues sabe balancear el puro juego de la línea de vida y la evolución de Beth, que pasa de ser una niña huérfana y con un futuro incierto a lo más alto, que baja al infierno del alcoholismo y consigue volver a flote gracias a la perseverancia, el trabajo y el talento.

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