La busca. Pío Baroja

"La busca" (1904) es la primera parte de la trilogía denominada "La lucha por la vida", escrita por Pío Baroja (1872-1956) y compuesta, además de ésta, por "Mala hierba" y "Aurora roja".

Miembro de la generación del 98 y autor de la archiconocida "El árbol de la ciencia", en esta ocasión nos lleva al Madrid de finales del siglo XIX. Al Madrid miserable, el de los desarrapados, el de los parias, el de los que malviven y deambulan por el extrarradio, por los barrios humildes. Los madrileños que merodean por los descampados, los que buscan en la basura, los que viven en chabolas. 

Bajo la guía de Manuel Alcázar, un chaval que llega a Madrid desde un pueblo de Valladolid para vivir con su madre, que sirve en una casa de huéspedes, Baroja nos va enseñando ese Madrid sórdido, gris, a medio hacer. Pronto Manuel inicia un peregrinaje vital por esa ciudad en expansión, que mantiene sus costumbres y sigue anclada en el pasado. Una ciudad que Baroja describe como viva, donde siempre sucede algo, donde los que ansían sobrevivir siempre están luchando por su lugar en ese mundo de miseria y violencia, de envidias y deseos no cumplidos, de anhelos infructuosos.

Manuel se debate entre lo correcto y lo necesario. No sabe qué hacer con su vida, no ve una salida próspera y decente. Deambula por los bajos fondos, comparte andanzas con personajes variopintas, se enamora y se desengaña, encuentra su sitio y rápidamente se lo arrebatan. No tiene más posesión que su cuerpo. Poca esperanza.

Se trata de una novela que sin duda sirvió de inspiración a muchos escritores posteriores. En ella descubro la fuente de Arturo Barea en "La forja", la primera parte de su trilogía "La forja de un rebelde". Sin duda otros como Delibes también bebieron de él.

Baroja, del que descubro en el prólogo que regentó la tahona Viena-Capellanes, utiliza un lenguaje descarnado, con escenas oscuras, sin edulcorantes. Nos describe un Madrid duro, de supervivientes, donde no hay lugar para los débiles de cuerpo o alma. Una Madrid sucio, que se aferra a la costumbre y donde cada cual hace lo que puede. Nos habla de los marginados. En la novela no sale ni un personaje que viva holgadamente. No nos habla del barrio de Salamanca ni de las zonas nobles. Nos habla de los suburbios, de las callejas oscuras y malolientes, las corralas húmedas y carcomidas, y de las personas que allí habitan como pueden, donde el débil está condenado.

Una novela interesante, de introducción a un personaje que irá creciendo en la trilogía y será testigo del cambio de una época en las novelas posteriores.


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