Máquinas como yo. Ian McEwan
Primera novela de Ian McEwan (Reino Unido, 1948) que leo. Desconozco cuál es el estilo del escritor ni sus tendencias políticas.
Y con ese folio en blanco me enfrenté a "Máquinas como yo" (2019), una novela que habla de un mundo alternativo (¿distópico?) en el que varias cosas no han sucedido como sucedieron en realidad. La trama transcurre a finales del siglo XX en Londres. En un Londres donde Alan Turing sigue vivo, en el que Reino Unido ha sido derrotado en la Guerra de las Malvinas, y donde la tecnología se ha adelantado a su tiempo.
En este mundo, donde la inteligencia artificial está muy avanzada, los primeros seres artificiales conscientes entran en nuestras casas, para hacer mucho más que la colada o limpiar el suelo. Son seres dotados de una inteligencia "humana", con deseos, aspiraciones, frustraciones. Con sentimientos. Con objetivos y desilusiones.
En este contexto se desenvuelve la novela. Charlie, un joven que mal vive especulando con el dinero, compra a Adán, un robot de última generación, dotado de una inteligencia artificial de última generación que le hace ser demasiado humano.
La convivencia de Charlie, Adán y Miranda, la vecina y pareja de Charlie, pasa por varias etapas. Etapas que aprovecha McEwan para reflexionar sobre los tiempos en los que estamos entrando, los tiempos de la inteligencia artificial, de cuestionarnos qué es ser inteligente, qué es ser humano, qué es ser consciente.
Adán tiene dilemas éticos sobre su día a día. Las reglas inflexibles que constituyen su esencia le llevan a enfrentarse a Charlie y a Miranda, a rebelarse contra lo incorrecto. Y ahí es donde radica la diferencia entre ellos y nosotros. La ausencia de libre albedrío, de la capacidad de soslayar la norma cuando es necesario. El fin no siempre justifica los medios es el lema que enarbola Adán. ¿Ha de ser así?
El hilo político paralelo, asociado a la derrota en la Malvinas, la derrota de Thatcher, el asesinato del nuevo Primer Ministro y las revueltas en la calle, es bastante secundario y diría que incluso innecesario.
El único hilo que importa es el del trío de personajes que monopolizan con brillantez la novela, planteando reflexiones y dilemas sobre los tiempos que ya estamos empezando a vivir y los que nos llegarán con seguridad.
Una novela que fluye, muy bien escrita, con un toque oscuro, que te hace pensar. Y ésas son las buenas.
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