Los restos del día. Kazuo Ishiguro

 Tercera novela de Ishiguro que leo, y tercer género que encuentro. ¡Qué versatilidad! Si en "Klara y el sol" nos hablaba de un futuro distópico donde humanos y máquinas convivían y se complementaban, abordando temas como la inteligencia, la consciencia y la esencia de estar vivo, en "El gigante enterrado" nos trasladaba a la Inglaterra del Rey Arturo, en un viaje iniciático en el que no faltaba el guerrero, el aprendiz y el dragón.

En esta ocasión, "Los restos del día" nos traslada a la Inglaterra de principios del siglo XX. A esa Inglaterra aristocrática en decadencia, a la pérdida de esplendor de la nobleza. Y aprovecha ese entorno para hablar de las clases sociales, pero desde un punto de vista poco habitual. A través de Stevens, un mayordomo de una gran casa, nos muestra cómo el honor y el sentimiento de pertenencia, el orgullo y la profesionalidad, pueden estar por encima de las clases sociales. Ishiguro nos muestra una perspectiva en la que servir a una gran casa y a un gran señor es un sueño aspiracional, la culminación de toda una vida. No es algo que genere un sentimiento de inferioridad, de saberse parte de una clase inferior, sino todo lo contrario. Servir a una gran casa es una gran responsabilidad y un gran orgullo.

El viaje de Stevens por la campiña no es más que una metáfora para traer recuerdos de su vida como mayordomo, cómo su casa se convirtió en un punto clave en la convulsa Europa de principios y mediados del siglo XX, y del papel muy relevante que representaba el servicio, que se integraba como una pieza de ingeniería en un engranaje que debía ser perfecto, donde las apariencias eran muy importantes y el cumplimiento del protocolo un deber.

Esta novela, escrita en 1989 es tal vez la más representativa del autor.

Interesante lectura y, una vez más, sorprendido por la variedad de registros de Ishiguro, que se mueve como pez en el agua toque lo que toque.

Comentarios

Entradas populares