Las garras del águila. Karin Smirnoff

Tras la famosa trilogía de Millenium, llegó una segunda trilogía. Los personajes de Lisbeth Salander, Mikael Blomkvist quedaron en la retina de todos los amantes de la novela de intriga, asesinatos y bajos fondos nórdica. La heroína antisistema de Lisbeth, con una infancia terrible, marcada por la violencia se convierte en el estandarte de las mujeres contra el abuso por parte de los hombres. Ese hilo guía toda la saga, a la que se van añadiendo tramas de corrupción política, delincuentes y toda la baja estofa, que acaba convergiendo en Lisbeth.

Afrontaba esta séptima entrega con escepticismo, pero con la esperanza que Smirnoff mantuviera el nivel del sucesor de Stieg Larsson, Lagercrantz. Pero no ha sido así. El tirón de la saga Millenium no daba para más y se ha visto claramente en esta novela.

De nuevo se estira el chicle, surgiendo una medio sobrina de Lisbeth con una infancia traumática, un caso de corrupción ante un pelotazo económico de energía eólica en el remoto norte sueco, todo acompañado de los moteros delincuentes y un personaje siniestro que nadie conoce y que siembra el terror.

Ante este panorama ya conocido, Lisbeth se nos muestra muy dulcificada, dialogante y extrovertida. Nada que ver con su esencia. No se la reconoce y eso hace que la novela ya carezca de sentido.

A esto se añade la presencia de Blomkvist de forma completamente testimonial, sin protagonismo alguno, como un mero objeto de decoración que no tiene ningún papel en la trama. Un desperdicio de un personaje que era muy complejo e interesante en las entregas anteriores.

En resumen, una novela completamente prescindible y que destroza una saga a mi juicio muy buena, convirtiéndola en un mero objeto recaudatorio. Una pena.

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