Todo se desmorona. Chinua Achebe
"Todo se desmorona" es un gran libro si se quiere comprender qué sintieron los pueblos africanos ante el empuje del colonialismo depredador europeo. Chinua Achebe consigue llevar al lector al siglo XIX y, a través de su rica y sencilla escritura, permitirle ver cómo vivían las tribus en Nigeria en aquella época y cómo todo se trastocó para siempre con la llegada del hombre blanco.
Nacido en Nigeria en 1930 y fallecido en Estados Unidos en 2013, Achebe fue uno de los escritores africanos más influyentes del siglo XX y esta obra, una de las más leídas, con más de diez millones de ejemplares vendidos.
Entre su obra destacan otros títulos como "Me alegraría de otra muerte" (1960), "Flecha de Dios" (1964) o "Un hombre del pueblo" (1966).
"Todo se desmorona", escrita en 1958, se compone de tres partes bien diferenciadas, unidas a través de Okonkwo, un gran guerrero, y de su familia.
En la primera de ellas, Achebe describe la vida tradicional del pueblo Igbo. Una sociedad patriarcal, de hombres orgullosos y guerreros, con varias mujeres y un estricto código de honor y conducta. Los hombres hacen la guerra entre las distintas tribus, trabajan la tierra y van escalando en la jerarquía de notables de su pueblo, mientras las mujeres atienden las posesiones familiares, cuidan de los hijos y atienden las labores domésticas. Se muestra una sociedad muy estratificada, con un patriarcado muy marcado, donde cada miembro de la tribu tiene un lugar muy definido, donde las rencillas entre clanes se resuelven a través de un consejo de ancianos y generalmente con algún acto violento y donde la magia, los dioses y las creencias lo impregnan todo.
Tras un desgraciado accidente, Okonkwo y su familia son desterrados. Empieza así la segunda parte de la novela, donde se describe el dolor por el abandono de la patria, cómo empezar de cero y el poder de la familia, que nunca niega ayuda a sus allegados. Aquí ya se empieza a esbozar la ruptura con las tradiciones, la llegada de los misioneros, del hombre blanco y el desmoronamiento de todo un sistema de creencias y valores.
En la última parte, se muestra el conflicto abierto entre los europeos y los igbo, entre ambas culturas. Los misioneros van sembrando la duda, captando creyentes, minando así la estructura religiosa, mística y los valores tradicionales. La violencia estalla. Okonkwo, valeroso y totalmente opuesto a la colonización a la que están siendo sometidos se rebela. Muestra así los estertores de una batalla perdida desde el inicio, donde los igbo no son más que un obstáculo ante las ansias imperialista por hacerse con aquellas tierras, socavando hasta la destrucción al pueblo igbo.
Un valioso documento, que muestra qué hemos hecho los europeos en África en los últimos siglos, despojando a sus habitantes de sus costumbres, de su tradición, de su esencia.
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