El jugador. Fedor Dostoyevski

Hace muchos años leí "Los hermanos Karamazov" y recuerdo que no terminó de gustarme, me resultó pesado, empalagoso. Sé que puede ser una opinión un tanto impopular siendo como es Dostoievski uno de los dioses de la literatura de todos los tiempos. 

Lo cierto es que la literatura rusa que he leído hasta ahora, que no ha sido mucha, no me ha terminado de convencer, salvo "La muerte de Ivan Ilich" de Tolstoi, que me pareció soberbia.

Rescato en esta ocasión "El jugador" de Dostoievski, de la biblioteca familiar, buscando redimirme de mis malas impresiones del pasado.


Pero lo cierto es que, sin haberme disgustado, tampoco me ha emocionado. Quizá de manera equivocada, asocio la literatura rusa al romanticismo, o eso es lo que me inspira, con complejas tramas de amor imposible e incomprendido que llevan a la locura, un género que no me seduce.

En "El jugador", Dostoievski traslada de forma novelada su obsesión enfermiza por el juego y los casinos y su tortuosa relación con su amante Polina.

Escrita en 1866, describe la vieja Europa de balnearios y casinos, lujosa y clasista. El personaje principal, Alekséi Ivánovich, viaja con la familia del General Zagorianski hasta Roulettenbourg, en Alemania, con idea de disfrutar del lujo y los casino mientras la abuela pasa a mejor vida y reciben su herencia. Una pléyade de personajes zumbar alrededor del General. El francés De Grillet, que tiene una relación equívoca con Zagorianski, Madame Blanche, por lo que bebe los vientos, el inglés Mr. Astley y la hija Polina.

La intriga entre unos y otros personajes, con Alekséi como espectador más o menos activo, en torno al dinero, las apuestas, el lujo. Todo es puro atrezo, pues las deudas les acechan a unos y otros. No dejan de ser unos buscavidas, viviendo una vida que no les pertenece.

Alekséi está locamente enamorado de Polina, que conocedora de ello se aprovecha de él. Pero el verdadero amor de Alekséi es el juego, que le llevará hasta la más absoluta de las perdiciones. Como un alcohólico en busca de una copa, Alekséi lo gana todo y lo pierde todo en cuestión de minutos. El resto de la realidad se emborrona, se difumina, cuando oye la voz del crupier y el ruido de la ruleta.

Dostoievski refleja esa realidad paralela en la que vivía la aristocracia, el poder de los títulos nobiliarios, las bajas pasiones humanas, el poder del dinero, las adicciones, las envidias, las intrigas y la capacidad de las adicciones de subyugar al hombre.

 


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