Los pazos de Ulloa. Emilia Pardo Bazán
Uno de los clásicos de la literatura española del siglo XIX (1886), escrito por una adelantada a su tiempo y publicado por Austral.
Emilia Pardo Bazán nació en 1851 y falleció en 1921. Criada en una familia coruñesa aristocrática, gozó de una educación y cultura privilegiadas para la época.
Fue una escritora muy productiva y ecléctica, destacando en la novela, el cuento, el ensayo, el teatro y la crítica literaria.
De la lectura de esta obra, la primera que leo, me ha venido a la cabeza un gran paralelismo con uno de mis escritores de cabecera, Miguel Delibes.
Y es que ambos hablan de la tierra, de las costumbres, de la naturaleza que les rodea.
Pardo Bazán, como gran referente del naturalismo, da muestra de ello en "Los pazos de Ulloa". Ambientada en Galicia en el siglo XIX, cuenta la historia de una nobleza venida a menos, de terratenientes que viven del título y de las rentas, de una sociedad que se va deteriorando, de un modelo de vida basado en el caciquismo que tiende a desaparecer.
Don Pedro, marqués de Ulloa, vive pegado al campo, a la caza, al vino y a las mujeres, dejando el gobierno de sus posesiones en manos de Primitivo, un capataz que controla con puño de hierro la comarca.
Llega al pazo Julián, un capellán enviado para ayudar a Pedro a poner orden en la hacienda y controlar los trapicheos de Primitivo.
Julián se encuentra el caos, el desgobierno, la desidia y la ruina por doquier. Nada puede hacer más que intrigar para casar a Don Pedro con una de sus primas, Nucha, y así salvar el nombre y el hombre de las garras de Primitivo y su hija, Sabel. Ésta, que ejerce como cocinera del pazo, es el capricho de Pedro, del que ya tiene un hijo que anda como un desarrapado por la tierras.
Nucha, chica de ciudad, casada por compromiso y no por amor, llega al pazo y la tristeza la embarga, apartada de los usos y costumbres de la ciudad. Su embarazo temprano llena de gozo a Pedro hasta que el parto descubre no a un heredero sino a una heredera. A partir de ahí, Nucha es abandonada a su suerte, prisionera del pazo y de los desplantes de su marido, muerta en vida, entregada tan solo a la crianza de su hija.
Solo Julián, movido por la piedad y tal vez por algún otro sentimiento reprimido, apoya a Nucha. Esta proximidad lleva a Pedro a deshacerse del capellán, que es expulsado y enviado a una remota parroquia de Galicia.
El argumento no es deslumbrante. Más que una novela, es un ensayo sobre los usos y costumbres de aquella época, descritos con maestría por Pardo Bazán, que recrea como nadie la forma de vida, la jerarquía, la vida del señor y los vasallos, el poder del noble sobre la plebe y del hombre sobre la mujer, la importancia de los linajes y los títulos frente a las personas y los sentimientos.
Una novela clave para entender la sociedad rural del siglo XIX.
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