La rosa de Alejandría. Manuel Vázquez Montalbán
Rescato en esta ocasión una nueva investigación del detective Carvalho, el personaje icónico de Vázquez Montalbán. Y lo hago recuperando una edición que llevaba por casa más de treinta años esperando su momento. Esto me recuerda que los libros son inmortales, no caducan, son imperecederos, esperan pacientemente su momento.
En "La rosa de Alejandría", novela de 1984, Carvalho recibe el encargo de su inseparable Charo de investigar el truculento asesinato de una prima, Encarna. Su cuerpo ha aparecido en Barcelona, descuartizado de la forma más salvaje. Las reticencias de coger el caso se vencen por quien le pide que lo investigue.
A partir de ahí, un doble hilo argumental. Por un lado Carvalho, con sus pesquisas por los bajos fondos barceloneses, ciudad que retrata con maestría, mostrando ese lado oscuro, eso que no nos gusta ver pero que está en todas partes, esa otra ciudad oculta pero presente. Por otro, el relato de una marino, Ginés, que realiza una ruta entre Trinidad y Tobago y Barcelona. Un hilo divergente inicialmente y que poco a poco va convergiendo.
La doble vida de Encarna, su matrimonio marcado por el adulterio y la soledad, un amor de juventud y una trama de prostitución, sexo y rencor, va tejiendo la historia poco a poco.
No faltan los ingredientes habituales en Carvalho, como son los toques de gastronomía de Biscuter, sus encuentros con una policía recién salida de la dictadura y que aún busca su sitio y sus formas o los personajes peculiares con los que se va topando.
Novela entretenida pero sin ritmo, o más bien con el ritmo Carvalho. No es un detective de gatillo fácil, intrépido, sino reflexivo, pausado, lo que transmite al libro una calma constante. No hay sube y bajas, no hay violencia apenas. Es más un ejercicio psicológico y sociológico lo que va desplegando hasta resolver el caso, analizando el alma de las personas con las que se va encontrando y trazando así el mapa que le lleva al destino final.
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