Guía del autoestopista galáctico. Douglas Adams

 Uno de los clásicos de la ciencia ficción que me faltaba por leer. Escrito en 1979 por el autor, se trata de ese género entre la ciencia ficción y el humor ácido, la comedia y el enredo. Similar a "Tiempo de Marte" de Philip K. Dick, del que ya hice reseña en el blog hace tiempo. Es un género que no termina de gustarme, no termino de engancharme. Pero aún así, los clásicos hay que leerlos.

En mi caso, tengo la edición publicada por Anagrama, Colección Compactos.

Arthur Dent, el protagonista de la historia, trata de evitar que derriben su casa para hacer una autopista en el Nueva York que conocemos. Tiene un amigo, Ford Prefect, que resulta ser lo que no parece ser: un alienígena que lleva investigando la Tierra quince años para actualizar la guía del autoestopista galáctico.

Cuando Ford intuye que la Tierra va a ser destruida, corre a avisar a Arthur, que no sabe ni de qué le está hablando su amigo. La Tierra es arrasada por los Vogones para construir una autopista intergaláctica. 

En el último instante, cuando todo va a desaparecer de un plumazo, Ford y Arthur consiguen gracias a la astucia del primero subir a una nave vogon como polizones. Son inmediatamente expulsados, tras aguantar una insufrible poesía de su capitán. En los escasos treinta segundos que tienen de vida son improbablemente salvados por la nave Corazón de Oro, la más avanzada de la galaxia y dotada de un mecanismo de improbabilidad finita que le permite deformar el espacio tiempo e ir más allá de las leyes de la física. A bordo de la nave van Zaphod Beeblebrox, un alienígena de dos cabezas, actual presidente de la galaxia y ladrón de la nave, Trillian, una terrícola con dos ratones, y Marvin, un robot superinteligente y depresivo.

La historia se vuelve aún más histriónica cuando llegan al planeta legendario de Magrathea. Se trata de una legendaria civilización que se enriqueció construyendo planetas por encargo y que lleva cinco millones de años dormida.

Resulta que todo es un experimento al cargo de la especie más inteligente de la galaxia: los ratones.

Se planteó al ordenador más inteligente que existía sobre la respuesta más trascendental y, tras esperar más de siete millones de años a conocer la respuesta, resultó tan vulgar que decidieron averiguar la pregunta tras la respuesta. Y de ahí surgió la Tierra. Un experimento surgido de la curiosidad de los ratones. El término extravagante se queda corto.

Finalmente, el grupo continúa viajando por la galaxia a bordo del Corazón de Oro, en busca de nuevas aventuras.

Una novela ligera, de poco menos de doscientas páginas, con algunos giros de ciencia ficción interesantes como la rotura de los límites del espacio-tiempo, pero con un excesivo humor y una trama rocambolesca y con giros de comedia que no encajan con mis gustos lectores.

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