La carta esférica. Arturo Pérez-Reverte

 Llego a este libro a partir de la película, que vi no hace mucho y me gustó bastante. A priori no me atraía demasiado, dado que toca una de las facetas de Reverte que no me seduce, y que no es otra que su amor por el mar y la navegación.

Y no me equivocaba. El libro me ha resultado denso, carente de ritmo, con demasiado tecnicismo marino, muy pegado a la jerga. El hilo argumental es apasionante, la búsqueda de un tesoro hundido, el sueño de todo niño. Pero no fluye. Las primeras doscientas páginas se mueven entre divagaciones de un marino en tierra, y las maquinaciones de una mujer con dobles intenciones, todo regado de términos marineros.

Tánger, empleada del Museo Naval de Madrid, puja y adquiere una carta naútica antigua, el Urrutia, venciendo al cazador de tesoros maltés Palermo. Este mapa marca el punto de hundimiento del Dei Gloria, un velero de los jesuitas, hundido frente al Cabo de Palos a mediados del siglo XVIII, con un cargamento de esmeraldas, justo antes de que esta Compañía fuera expulsada de España.

Coy, un marinero en tierra, enamorado y manipulado por Tánger, se une a la búsqueda junto a Piloto, su mentor en la mar. Investigación e intriga en torno al mar rodean la historia, en la que se entremezcla la banda de Palermo, que busca a toda costa el tesoro, y los intereses y artimañas ocultas de Tánger, que nunca muestra su verdadera cara ni intenciones.

Mentiras, traiciones y codicia envuelven esta novela.

Se hace pesado. Casi seiscientas páginas, con un final fortuito, que llega de sopetón, tras hojas y hojas de cabos, mareas, amarres, babores y estribores.

Como siempre en Reverte, magistralmente escrito, pero en esta ocasión, no me ha seducido como intuía. No hemos encajado obra y lector.

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