La chica del tren. Paula Hawkins

 Atrapa. Esa es la palabra con la que definiría este libro. Rachel, una depresiva y alcohólica chica que toma cada mañana un tren para fingir que va a un trabajo que ya no tiene en Londres, observa cada mañana a una pareja al pasar junto a su casa. Les va conociendo bien, sus gestos, sus miradas, y completa la historia con sus impresiones e imaginación.

Ese hilo, el de su entretenimiento voyeur, se mezcla con su propia historia, la que la llevó a la depresión y la bebida, con un matrimonio fracasado, infidelidades y la búsqueda de un hijo que nunca llegó.

Todo se vuelve oscuro cuando un día ve algo extraño en el comportamiento de la pareja a la que observa. Solo un gesto, pero que se sale del patrón. A esto se añade una noche de borrachera cerca de la casa de dicha pareja y de la de su exmarido y su nueva esposa. Una discusión, un túnel y sangre.

A partir de ahí, Rachel trata de reconstruir los vacíos de su mente, de luchar contra su alcoholismo y frenar su paranoia creciente.

No todo el mundo es quien dice ser. La trama va haciendo converger los hilos y los personajes, hacia un final que no por predecible resulta menos interesante.

La autora, Paula Hawkins, consigue mantener la tensión en todo momento. Trabaja a fondo el personaje de Rachel y la trama no pierde intensidad en ningún momento. Esto hace que cueste dejar el libro, de casi quinientas páginas, y que se lea con fluidez y adicción.

El final, como comento, es deducible. Pero la energía del último tercio hace que sea un pecado menor. 

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