Solaris. Stanislaw Lem
Primer acercamiento a uno de los conocidos como padre de la ciencia ficción. Y Solaris es su obra más conocida seguramente.
Escrita en 1961 por Stanislaw Lem y publicada por la detallista editorial "Impedimenta", con una edición cuidada y de calidad, destaca en la obra del autor, nacido en Polonia en 1921 y fallecido en 2006.
Lem abordó en su obra temas a caballo entre la ciencia y la filosofía, anticipando la inteligencia artificial y la exploración de la mente y el espacio.
Solaris se trata de una novela que yo categorizaría más de psicológica que de ciencia ficción. En un futuro indeterminado, en el que el hombre explora de forma habitual el espacio, más allá de nuestro sistema solar, descubre un planeta, Solaris, muy infrecuente.
Contiene algún tipo de inteligencia, indeterminada, con la que no es posible comunicarse, pero que está ahí. Durante años, se realizan experimentos e intentos de contactar fallidos, lo que hace que se pierda en parte el interés, dejando una estación residual.
El protagonista, Kelvin, aterriza en la base, donde solo quedan dos investigadores, y empieza a experimentar sucesos extraños, más propios de un trastorno mental que otra cosa. Alucinaciones vívidas, que parecen proceder de lo más profundo de sus recuerdos, pero que son tangibles, físicos, materiales.El libro gira en torno a la incapacidad que tenemos de imaginar inteligencias sin darles el barniz de antropomorfización, de romper nuestras barreras mentales y enfrentarnos a otras posibilidades.
Es una obra oscura, con algunos tramos espesos, cuando empieza a describir profusamente las especies arquitectónicas que pueblan el planeta o cuando hace recopilación de científicos solaristas, con grandes tintes de obra psicológica, que te mantiene en tensión. Describe con precisión la agonía y las dudas de los personajes, su angustia y su claustrofobia, que más que física es mental.
Lem diseña un mundo distinto, que le sirve de escenario para plantear preguntas muy trascendentales sobre el ser humano, nuestra concepción del universo y de nosotros mismos.
No me ha fascinado, como cabría esperar, quizá por tener unas expectativas erróneas por mi parte.
Ha sido adaptada al cine en dos ocasiones, siendo la más reciente la película homónima dirigida por Steven Soderbergh en 2002.
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